jueves, 6 de diciembre de 2012

Madama Butterfly



Un bello día veremos
levantarse un hilo de humo
en el extremo confín del mar.
Y después aparece la nave.
Y después la nave es blanca.
Entra en el puerto, truena su saludo.
¿Ves? ¡Ha venido!
Yo no voy a buscarlo, yo no.
Me pongo ahí, en lo alto de la colina
y espero, espero mucho tiempo.
Y no me importa la larga espera.
Y, salido de entre la multitud de la ciudad,
un hombre, un pequeño punto,
sube por la colina.
¿Quién será?, ¿quién será?
Y cuando esté aquí,
¿qué dirá?, ¿qué dirá?
Llamará: - Butterfly- desde lo lejos;
yo sin responder.
Estaré escondida.
Un poco por bromear,
y un poco por no morir
al primer encuentro.
Y él, un poco ansioso,
llamará, llamará;
“Pequeñita, mi pequeña esposa, perfume de verbena”,
los nombres que solía llamarme.
Todo esto sucederá,
te lo prometo.
Guárdate tus temores,
¡yo con segura fe lo espero!

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